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Porqué debe desvincularse el crecimiento urbano-industrial de Piedras Negras del río San Rodrigo

Las corrientes de agua como ríos y arroyos, permanentes o intermitentes, tienen una importancia fundamental, tanto para la biodiversidad como para la sociedad.

El río San Rodrigo, en el norte de Coahuila, posee gran valor ecológico y ambiental por su influencia sobre otros ecosistemas y por los beneficios que proporciona a sus habitantes en los municipios de Zaragoza, Jiménez y Piedras Negras; estos beneficios son de índole alimenticia, turística, placer, riego, agrícola, industrial entre otros. 

Pero estos beneficios ya no se ven reflejados a los riosanrodriguenses de la cuenca baja dada la visión extractivista e insustentable prevaleciente en las instituciones federales (SEMARNAT, CONAGUA y PROFEPA) encargadas de normar y supervisar el aprovechamiento de un recurso mineral no metálico utilizado en la industria de la construcción como es la grava, canto rodado o agregados pétreos.

En este sentido, la explotación desmedida, voraz y fuera de todo control de este recurso natural para satisfacer los requerimientos de la demanda ha estado orientada a satisfacer las exigencias del capitalismo, buscando lograr un “crecimiento económico” a costa de destruir la naturaleza, donde el material pétreo se entrega sin mayores reservas a la comercialización mercantilista sin mirar las consecuencias de los graves impactos que ocasiona su extracción en el ecosistema, a la biodiversidad acuática y ribereña y en sus comunidades.

Los factores que impulsan la producción/consumo de material pétreo para construcción (Coahuila: 18.03 Tons/per cápita año en 2018) son el crecimiento poblacional y el crecimiento económico, ambos factores motivados por la situación geográfica de los municipios fronterizos de Coahuila como Piedras Negras que se traducen en ventajas comparativas, también en los programas y estímulos promovidos por el Gobierno Federal en el PND 2019-2024 como son el Programa de Desarrollo Urbano y Vivienda para las ciudades fronterizas y el Programa Zona Libre de la Frontera Norte.

Los bancos de grava del río San Rodrigo son elementos vitales de su ecosistema, su función es retener y conservar el agua para la sostenibilidad del corredor por el que se mueven las especies silvestres, proteger contra las avenidas al disipar la energía de la corriente, reteniendola, facilitando la infiltración y proteger el acuífero.

 

Los daños al ecosistema del río son muy graves y prácticamente irreversibles, pues se han arrancado miles de metros cúbicos de árboles centenarios como nogal, álamo, fresno, mora, encino, paloblanco en un área de 12x1 kilómetros, se destruyó la morfología del río, se excavó el lecho del río en 6, 8, o más metros de profundidad y se expuso el acuífero a la intemperie ocasionando pérdida por evaporación y contaminación con heces fecales de la fauna silvestre y doméstica, con hidrocarburos de la maquinaria y con los residuos de sus procesos, fundamentalmente arcilla, que se arrojan a un canal de riego aledaño o directamente al río que unos cuantos kilómetros abajo llega al río Bravo. Dichos residuos azolvan el canal, reducen la permeabilidad de las gravas del subálveo e impactan el hábitat de especies de la zona béntica.

La destrucción del río San Rodrigo es uno de los peores desastres ambientales de Coahuila, se opone a los objetivos planteados en el PND 2019-2024 y en la Meta 6.6 de la Agenda 2030. El presidente de la República, en su compromiso #75, manifestó no recurrir a métodos de extracción que afecten la naturaleza, lo cual ha reiterado en múltiples ocasiones.

En resumen, los impactos ocasionados al río por la extracción de material pétreo se pueden agrupar en:

  • Impacto en su morfología

  • Impacto en la calidad del agua

  • Impacto en la biodiversidad acuática

  • Impacto en la biodiversidad riparia

  • Impacto en el suelo y el paisaje

  • Impactos socio-ecológicos y violación de derechos humanos como: al agua, al medio ambiente sano, a la alimentación, al descanso, al territorio, a la salud.

Por ello y por no hacer remediación por casi 40 años de extracción intensiva, se puede afirmar que los procesos son no sustentables y deben cancelarse las concesiones para extracción de grava del lecho del río y planicies de inundación.

El aprovisionamiento de grava para construcción debe desvincularse del río San Rodrigo y trasladar esta actividad a las partes altas del territorio, a lomeríos, terrazas y partes altas alejadas del espacio de movilidad del río. La cancelación de dichas concesiones no significa que los comercializadores e industria de la construcción se queden sin materia prima o que se pierdan fuentes de trabajo ya que, en los suelos sedimentarios del norte de Coahuila, por su origen geológico, abundan los conglomerados, agregados, gravas.